¿Quién no fue chico y soñó con encontrar un tesoro, perderse en un pasadizo secreto y descubrir más de un misterio?
Probablemente todos aquellos nacidos en los ochenta hayamos visto realizados esos sueños en la gran pantalla, en ese espacio onírico del que siempre estaremos agradecidos porque de alguna forma no sólo nos ha entretenido, sino que nos ha formado: EL CINE.
No sé si serán las hormonas (sería injusto seguir culpándolas de todo), pero hace semanas que el bicho de la nostalgia me ha picado, y he probado con cremas y pociones, pero la picadura no se va.
Quizás, el inminente estreno de Super 8, la cinta de JJAbrams (creador de Lost), fue como fuego en la llaga. Me remontó nuevamente a ese cine de estudios que casi pueden detectarse en la arquitectura de las calles, ese cine que fue pensado meramente para entretener, para hacernos olvidar de todo. Super 8 es además y sobre todo, una declaración de amor, de amor por una época y más aún, de amor por el cine, sentimiento manifestado tanto narrativa como estéticamente, incluso en el nombre mismo del film.
Spielberg aceita la ensalada con grandes efectos y la mirada de la fantasía llevada al extremo, y Abrams le aporta todo lo demás, la sal de la vida, el vinagre de los que no nos gusta y lo picante de los sentimientos puestos en juego. Como en Lost, nos lleva de una explosión a un momento sublime y emotivo en menos de un segundo, juega con las imágenes, las hace hablar, y en ese movimiento, nos hace llorar como marranos. "Lo demás es cotillón" diría una mediática, y aquí no es excepción a la regla, lo demás decora fantásticamente, homenajeando a tantas joyas del cine que formaron nuestra infancia (cuando queríamos traspasar la pantalla y ser parte, cuando más allá de ella nos sentíamos como en casa), que nos incitaron a ser parte, a pedir más, a buscar historias y a querer contar las propias. El poder del cine que le dicen.
Y hablando de homenajes, y hablando de Spielberg, y hablando de historias de chicos en la pre-adolescencia, y hablando también, de seguir soñando, vino a mi mente en el instante en que estaba sentada en la sala mirando el film de Abrams, ese grupo de chicos que se hicieron llamar Los Goonies, y fue entonces que volví a transportarme (y quise compartirlo)...
Era la época de los tesoros de Indiana Jones, así que como jóvenes cinéfilos, ya teníamos el motor aceitado. Spielberg con ET, ya nos había insertado el chip mágico, parecido al ticket dorado de El último gran héroe y Chris Columbus nos haría desear quedarnos Home Alone en casa sólo para crear trampas para ladrones.
Fue entonces que a Spielberg en la producción y la historia y Columbus en el guión se les unió Richard Donner (que seguramente tendrán de Arma Mortal), y el combo fue tan sorpresivo y child-friendly como una piñata en un cumpleaños.
La historia gira alrededor de unos chicos que viven en Astoria, un pueblo en las costas de Oregón (es esencial en estas historias que no se lleven a cabo en las grandes urbes, les quita misticismo). Mikey Walsh ve como su padre se enfrenta a unos inversionistas que pretenden contruir un campo de golf en su barrio. Una tarde, reunido con su grupo de amigos, encuentra en el desván (en toda casa yankee hay una sala cuasi-oculta con objetos raros) un viejo mapa que indica la supuesta ubicación de un tesoro que pertenecería a un tal “Wally el Tuerto”. Sin dudarlo y en compañía de Los Goonies, decide ir en busca del mismo, deseando poder ayudar a su padre con sus problemas económicos.
Es así que el grupo se enfrentará a todo tipo de problemas (desde trampas puestas por los piratas hasta unos hermanos mafiosos que quieren hacerse con el botín) en la aventura de sus vidas, de la que no saben si saldrán con vida.
Con todos los estereotipos de época imaginables (con los que seguro se identificarán), este film los transportará no sólo a otro mundo, el de la imaginación, sino a esa época dorada que muchos añoramos o quizás deseamos por haberle agregado el plus de haberla vivido con ojos de niño.
Además, es una oportunidad de ver en acción el inicio de la carrera de muchos actores, muchos de ellos desaparecidos del celuloide (como Jonathan Ke Quan, que venía de trabajar en Indiana Jones y el Templo de la Perdición un año antes). Se encontrarán con el hobbit Sean Austin, el 100% american way Josh Brolin, el inconfundible Corey Feldman (que al año siguiente haría Cuenta Conmigo de Rob Reiner), la grossa Marta Plimpton (chica cine independiente) y muchos más que iran seguramente recordando y diciendo “a este lo tengo de…..” mientras miren el film.
No lo duden, saquen el boleto dorado o pídanle a Marty que los lleve en el DeLorean hasta Astoria 1985 para re-vivir la experiencia de sus vidas…..al fin y al cabo, ¿el cine no es eso?
La experiencia de una vida….
1 comentario:
Primero q nada, me causa mucha admiracion la cantidad de actores/peliculas q recordas (y distinguis, yo los puedo ver y ni cerca de distinguirlos en su infancia ja)
Segundo, buenisimo el bonus track jejeje
Y por ultimo, q buena esta Super8, realmente tiene una estetica caida del tiempo, y el hecho de que Spilberg y Abrams tengan q ver en eso le da un condimento mas q interesante.
El meter a niños en el medio, siempre afecta mas al espectador (o es solo a mi? como q niños en medio d explosiones m da cosita...)
Lo único que le critico es el alien sacado de la fabrica d cascarudos mutantes, siempre seguire arengando x ET y coqum!
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