martes, 11 de marzo de 2014

True Detective ¿todavía no la vieron?




Si volviera a nacer y naciera serie, seguro elegiría salir del vientre de HBO. 

Esta intro algo rebuscada sólo sirve para decir que una vez más esta señal nos ha traído un producto de una riqueza infinita (y un alto poder mediático) que en su último capítulo el pasado domingo colapsó la emisión. En True Detective el trabajo de producción es grandioso, nada está librado al azar y cada detalle es tenido en cuenta desde el departamento artístico (¿alguien recuerda, por ejemplo, lo grosa que fue Carnivale?).


La historia, un thriller muy noir, creada y escrita por Nic Pizzolatto, dirigida por Cary Joji Fukunaga y producida por ambos, cautiva desde el minuto 1. ¿Dónde está la clave? ¿Por qué atrapa tanto al espectador? La razón de ser distinta quizás se encuentre en su narrativa: los hechos del pasado son narrados 17 años después por sus dos protagonistas en sendas entrevistas dentro del departamento de policía de Luisiana, cada capítulo nos entrega una pista distinta a la vez que otorga movimiento a la acción y afecta no sólo el pasado sino el presente; además, el hecho de que esas escenas del presente muestren consecuencias de hechos del pasado genera en el espectador una adrenalina constante por saber qué les pasó, qué vivieron esos dos ahora ex-policías.

Todo empieza en 1995 cuando Marty Hart y Rust Cohle asisten a una escena del crimen como parte de la División de Investigaciones Criminales de la Policía Estatal de Luisiana, que es llamada por el sheriff de esa comunidad rural debido a los dantesco de la escena: allí, bajo un gran árbol se encuentra Dora Lange, atada y vestida de acuerdo a un ritual espiritista o algo así (que ellos deberán dilucidar). Ambos policías (que nunca antes habían trabajado juntos) quedan asignados al caso y comienzan a investigar. Así, irán descubriendo algo demasiado oscuro y complejo, que los terminará comprometiendo tanto que incluso sus propias vidas y visiones del mundo se verán modificadas para siempre.


La dupla de detectives está compuesta por el always bizarro Woody Harrelson y el ahora valorado Matthew McConaughey como Hart y Cohle respectivamente. Hart es un padre de familia con más trapos sucios  que una lavandería y Cohle, un policía que viene desde Texas y acarrea el desconsuelo por la muerte de su pequeña hija, tiene una visión pesimista del mundo. Ambos son opuestos (la típica pareja de detectives que se llevan como el ojete que siempre ha garpado tanto en cine), Hart representa la hipocresía de la sociedad norteamericana y sus muertos en el placard, mientras que Cohle, aunque de mal carácter y odiado por todos, es más sensible y más comprometido con lo que cree, aunque muchos lo tomen como un sociópata. Es por así decirlo, un gran filósofo contemporáneo, (¿el mejor que nos ha dado la ficción del último par de años?), un manual viviente de citas, si si si, dan ganas de citar cada frase que dice (perdón pero quien escribe no puede dejar de decir que es un grosso este personaje y la tiene más clara que Nietzche).



El tema “and the Oscar goes to Matthew” le vino al pelo a la serie ya que atrajo muchos más seguidores del aluvión inicial y es también una muestra de lo camaleónico que puede llegar a ser este actor que acá se luce como el oscuro Rust (incluso, al igual que en Dallas Buyers Club, hay un cambio físico notable entre el pasado y el presente de la serie). Woody “dientitos cómicos” Harrelson con su típico tono de voz aporta el elemento conservador a la serie (aunque hace sufrir a la pobre esposa, Michelle Mollaghan, como una perra).

Como nota de color podemos agregar que más allá de la ficción, este par de actores comparten una amistad que ya lleva varios años y algún que otro film en el medio (¿los recuerdan en EDtv?), además, ambos son oriundos de Texas ya que no tuvieron que forzar el acento sureño (para una muestra de esto ver el discurso de agradecimiento de McConaughey en los Oscars 2014).

El tercer protagonista es el lugar: Luisiana (o Louisiana), tan presente en el imaginario cinéfilo con sus pantanos, sus paisajes plagados de árboles a lo Burton, su Mississippi, sus grandes fábricas en el medio de la nada y sus poblados tan creepies (¿es que nadie corta el pasto en estos lugares?) como cualquier película slasher de los 90. Hay que sacarse el sombrero por la gran fotografía, las escenas lúgubres (la del comienzo con la escena del crimen) son de una calidad inigualable.


Dicen que True Detective tendrá otras temporadas con distintos actores y en cada caso tratarán un caso específico; si repiten la calidad actoral, fotográfica, narrativa y de producción, ahí estaremos contentos esperando más.

@Eugess

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