domingo, 9 de febrero de 2014

12 años de esclavitud

Cuando una película es capaz de comprometer y tensionar al espectador a partir de los silencios, se celebra. Cuando los primeros planos tienen tanta fuerza que te hacen preguntas morales, se celebra. Cuando una historia a pesar de que se ubique a mediados de 1800 resulte tan contemporánea, se celebra.

El pastor que guía a este rebaño no es otro que el inglés Steve McQueen, a quien ya habíamos tenido el placer de ver en Shame, film que muestra la desolación que vive un treintañero neoyorkino adicto al sexo.
Este director es admirador de sus actores, los toma desde distintos ángulos y se detiene ahí, un momento, los deja ser en el silencio para que salten sobre el espectador y le den el gran golpe. La hipnosis viene después.


Steve McQueen se basó en el libro homónimo escrito por el verdadero Solomon Northop para contarnos los horrores de la esclavitud en la Norteamérica pre Guerra Civil. Northop, un ciudadano libre, carpintero y violinista que vive con su familia en Saratoga, New York, es engañado y tomado prisionero, y finalmente convertido en un esclavo llamado Platt. Primero será vendido a William Ford, para quien talará árboles y ante el cual dejará entrever su verdadero pasado. Pero deberá enfrentarse al desagradable John Tibeats, quien lo acosa constantemente, razón por la cual, luego de un altercado entre ambos Ford decide pagar una deuda y enviar al esclavo a la plantación de algodón de Edwin Epps, un desagradable y cruel ser humano que abusa mental y físicamente de sus esclavos “abalado por la Biblia”. Allí conocerá a Patsy, una esclava que sufre las obsesiones perversas de Epps, y los celos despóticos de su mujer.
En su largo y atormentado camino aparecerá Bass, un canadiense que es contratado en la plantación para construir un gazebo de madera. Luego de escuchar algunas charlas entre los “amos”, Platt/Solomon decide hablar con Bass quien está en contra de la esclavitud. Este se compromete a enviar una carta a su familia para tratar de conseguir la ansiada libertad.


El paisaje de Luisiana, con sus pantanos, sus plantaciones, sus árboles con esas plantas parasitarias que cuelgan (y son el todo del paisaje), es un plus que se complementa a la perfección con esos largos y desoladores silencios, que juguetean con las notas musicales que sólo Hans Zimmer puede llevar a estas historias.
Si a eso le sumamos ver a grandísimos actores, el combo queda completo a la perfección. Todos, absolutamente todos se lucen en sus roles: Michael “Magneto para la nueva generación” Fassbender como Epps demuestra que no en vano es el niño mimado de McQueen (recordemos que protagonizó los tres films del director), Chiwetel Ejiofor (pobre el que lo tenga que anunciar en los Oscars) como Solomon se banca unos primeros planos de puta madre (su actuación es tan Oscar friendly como la de Fassbender, pero definitivamente posee más tiempo en pantalla), Lupita Nyong’o (también compadecemos a su presentador en los Oscars) como Patsy es un hallazgo que demuestra tanta fragilidad y dolor como pocas se pueden bancar en una pantalla tan grande, Benedict Sherlock agarrá el violín” Cumberbatch (El Gabinete se declara fan y admirador baboso de este muchacho KHAAAAN!) una vez más aporta su english style, pero sin el acento, Paul Dano como John Tibeats, quien esta vez no hace de pobre pibe boludito sino que (¿podríamos decir que aplica bullying?) se revela como un real son of a bitch, Sarah Paulson como Mary Epps deja ver toda la bruja que lleva dentro desde que participa en American Horror Story (el personaje “se comió” a la persona una vez más), Paul Giamatti, otro grande que también hace muy bien de malo (esta vez mejor que en Matar o Morir), como el vendedor de esclavos Theophilus Freeman demuestra que el apellido no pega con nada de lo que hace; y Brad Pitt como Bass “el bueno”, nos recuerda que los años pasan para todos, y como es el productor de la película se dejó para si el papel con laureles.



En El Gabinete donde todo habita, las asociaciones libres que realizamos son para todos los gustos. Podemos hablar de Django de nuestro querido Quentin Tarantino, cuando nos ponemos a pensar en historias que muestran la realidad de los esclavos desde ópticas similares -la visión del esclavo- pero con grandes diferencias en los tonos -rojos en particular, aunque McQueen no se queda atrás en el mostrar-. Pero también podemos hacer una comparación con Los Simpsons en particular el capítulo del diario de Eliza Simpsons, donde conocemos el árbol genealógico de la familia amarilla, y descubrimos un antepasado muy similar a Solomon… El Gabinete da para todo…


En poco más de dos horas la película te deja pensando, reflexionando, mientras soportamos y padecemos junto a los personajes situaciones inimaginables y aterradoras. Ese quedar despojado de todo, incluso del nombre, sentir impotencia, no comprender los horrores de los que es capaz el hombre, sentir desolación (sí, como en Shame, nuevamente la desolación de quien no encuentra respuestas ni soluciones), todo esto transmite el film a quien del otro lado de la pantalla se encuentra inmóvil, metido de lleno en la trama mirando... desde la comodidad de la butaca.


@Eugess & @vanemaz



Comentario al pie y fuera de programa: podes no conocer la historia, podes no haber leído la trama pero si la película se titula “12 años de esclavitud” no podes llevar al cine a dos niñas que no debían pasar los 12 años… no se puede... 

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