miércoles, 2 de abril de 2014

Noche de ronda (cinéfila)

Resulta que un día El Gabinete pensó en salir a la calle y al darse cuenta que no se derretían cual vampiros ante el sol, celebraron el hecho y decidieron ir por más.
La cita se armó de antemano y como resultado de una conversación casual por las redes y terminó en una emblemática esquina que desde hace poco más de 10 días cambió sus mañanas por sus noches. Nos referimos a Chinchibira, uno de los bares más conocidos de Rosario que reabrió sus puertas de la mano de Matías Jurisich, quien como reza su Twitter, se autodenomina “Moroso crónico de la tesis en Comunicación Social, sirvo cócteles en @ChinchibiraBar”, pero aquí nuestra manera de presentarlo:




Alrededor de una mesa nos encontramos para hablar de las que parecían ser dos pasiones totalmente ajenas entre sí, algo que la charla desestimó por completo con el transcurso de los primeros minutos.

Sin preguntas formuladas de antemano, pero con un camino a seguir, comenzamos una conversación que nos llevó como un río (bravo) por los mitos creados alrededor de nuestras pre-nociones (y cuando hablamos de pre-nociones decimos frases hechas e ideas erróneas sobre la preparación y consumo de bebidas y cócteles, tan presentes en nuestro imaginario y cultura que nos cuesta pensarlo de otra manera). Pero esta es una desvertebrada y desmembrada (desamparada) nota sobre otra arista de lo que vemos en la pantalla. No es nuestra intención hacer una review de "Sideways" ni un análisis de las bebidas que se ven en el cine sino hablar un poco sobre los tragos y el celuloide en todas sus dimensiones.


Como aperitivo comenzamos con una anécdota sobre uno de los tragos más famosos del cine (cuya frase es todo un monumento): el archi reconocido “Martini agitado no revuelto”, el mismo que Bond toma antes de enfrentarse al peligro en cualquier de sus historias pero que, no es así la bebida que más degusta. Como nos comenta Matías, haciendo un análisis de 007 y sus copas, el agente al servicio de su majestad es un rata que toma cuanto champagne le conviden o regalen en lugar de garparse el Vodka Martini, que a su vez no es lo canónico de las obras de Ian Fleming ya que éste bebe Martini Dry... algunos han atrevido a considerarlo todo un alcohólico


De algo tan simple como la bebida de un personaje, Matías nos transporta al tiempo y el espacio de esa bebida, a su por qué, el trago de Bond fue sólo un ejemplo de cómo este chico tiene un talento especial que va más allá del simple armado de una copa y explora todo el mundo que la rodea y la rodeó. En otras palabras, Matías nos hace una genealogía de las bebidas, quizás una característica que tiene que ver con una manera de dar a conocer y llevar más allá de lo que puede servirse. De hecho, este reapertura del bar tiene que ver con imprimirle otra cara al lugar (a pesar de conservar su nombre y fachada), con bañar el lugar de una filosofía bien jurisichiana que es la de salir de lo común y conocido, atreverse a probar otras cosas y aprender sobre aquello que se toma.


Esto pretende ser, homenajeando la carta de Chinchibira, un espacio de presentación para lo nutrido de la entrevista que saldrá en los próximos días mezclado con otras cosas gabineteanas ya que, como afirmó el bartender, mezclar no es lo que hace mal sino la cantidad, en este caso, la cantidad de caracteres.



@Eugess & @vanemaz


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