lunes, 31 de enero de 2011

Ama de llaves: el podio que no fue

“El rectángulo de la pantalla debe estar cargado de emoción”

Alfred Hitchcock

La idea era darle vida a un nuevo podio, otorgarle movimiento a este Gabinete que ya casi parece “cerrado por vacaciones”. Varias ideas inundaron mi cabeza, pero ella estaba ahí, presente, egoísta de las demás, queriendo ser el centro.

Entre las opciones barajaba "hermanas" y "motosierras" a los largo de la historia del cine, mejor dicho, de la historia del cine que llevo en mi mente. Hasta que apareció la opción de hacer un podio de amas de llaves, y ahí fue que invadió ella el territorio de las imágenes. Iba a ubicarla primera, pero cómo ser tan cruel y castigarla haciéndola compartir un espacio con otras, insignificantes, pobres de emoción.

Me puse a pensar que el cine estuvo plagado de amas de llaves, seres que parecían de cartón, maniquíes que nunca podían acompañar el movimiento de la cámara ni de la historia. Ninguna que yo recuerde ha sido tan grandiosa como ella.

Ella es nada más y nada menos que la Sra. Danvers.

Pero para comprender el significado de tal monstruoso nombre tienen que haber visto Rebecca (1940), un film de Alfred Hitchcock que quizás sea el menos hitchcockiano de todos (por eso tal vez la Academia le entregó el Oscar a Mejor Película y Fotografía). Rebecca, como el mismo Alfred lo dice en diálogo con Truffaut, “es la historia de una casa”: Manderley, la oscura mansión que fuera hogar de la difunta Rebecca De Winter, cuya muerte sigue siendo tan misteriosa como el bosque que rodea la residencia.

Pero este post no tiene intenciones de hablar de este film, gran film, gótico film, "heredero del expresionismo que el director tanto admiraba" film, tenebrosamente narrativo, estético y discursivo film, un thriller psicológico de la A a la Z, de los reales, de los que comprometen al espectador (porque después están los que se jactan de serlo pero son “psicológicos” sólo en relación a la diégesis), con una cámara que crea planos tan sublimes que parecen pintados, irreales; con el mejor trabajo de sombras que jamás haya logrado, el que le gusta a Alfred, con el cual ha levantado un gran castillo de genialidad y ha contado las mejores historias.

La Sra. Danvers es uno de los seres más tenebrosos y oscuros que he visto caminar por los pasillos de celuloide. Oscura, parca, incapaz de expresar ni siquiera la respiración misma, con una mirada con más poder que cualquier artefacto mundano, haría cualquier cosa para impedir que el viudo Maxim De Winter (Laurence Olivier) sea feliz con su nueva prometida, la Sra. De Winter (Joan Fontaine), a la que expondrá a las más terribles y demenciales pruebas psicológicas.

La Sra. Danvers es el símbolo de la muerte. Ella vive muerta, su vida pertenece a otra realidad, a la del pasado, a la que rodeaba a Rebecca cuando estaba viva. Su ropa parece mortaja, su trenza larguísima (que la mayor parte del film lleva recogida en un rodete) la transforma en la imagen de cualquier bruja standard de imaginario, su rostro inmóvil la convierte aún más en una estatua maldita. Hitchcock dijo una vez al respecto: “La Sra. Danvers no anda casi, nunca se la ve moverse. Por ejemplo, si entraba en la habitación en la que estaba la heroína, la muchacha oía un ruido y la Sra. Danvers se encontraba allí, siempre de pie, sin moverse (…) Ver andar a la Sra. Danvers la hubiera humanizado”.

La historia, el personaje, el director, forman todos una trinidad que debe ser experimentada por cualquiera que diga por ahí que ama el cine. No puede pasarse por alto este film, con personajes que encajan en un rompecabezas dorado, en la mente del mismo Hitch hecha cine. Pero dije que no hablaría de Rebecca….

Sin embargo, es gracias a su universo que nos topamos con este ser malvado, esta mujer tan espeluznante que jamás nos abandonará. Como el cine, como los buenos films, la Sra. Danvers forma parte de la familia de personajes sublimes que una vez que los encontramos no queremos dejarlos ir, están ahí, para acompañarnos, para ayudarnos a re-significar la vida y sus componentes ad infinitum y para recordarnos que en nuestra mente, el telón nunca se cierra…


Bonus Track Data
El personaje de la Sra. Danvers se menciona numerosas veces a lo largo de "Bag of Bones" de Stephen King. En el libro, es como una especie de hombre de la bolsa para el personaje principal Mike Noonan.

GGss

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